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Esta "novedad" tiene su historia desde hace muchos años atrás y su invención viene de la mano del bótanico francés Patrick Blanc cuando inauguró en 1988 el primer muro vegetal en la Ciudad de las Ciencias y de la Industria de París.
Analizando superficialmente este tipo de decoración podemos apreciar un contacto bastante cercano con elementos naturales del reino vegetal, en el que muchas personas tienden a sentirse cómodas, tranquilas y/o armónicas al contemplar áreas verdes. Por lo tanto, este tipo de muro goza no solamente con ofrecer una gama de colores verdes, sino que además, ofrece texturas, aromas, oxígeno, humedad, frescura, vida y equilibrio tanto espiritual como mental.
Decorativa y conceptualmente, ofrece la oportunidad de crear una mezcla o fusión entre un espacio cerrado, estructurado y plano con un espacio abierto y vital, dándole énfasis a un pensamiento romántico donde el humano que habita este tipo de estructura está más conectado a la naturaleza.
Es necesario aclarar que tampoco es todo miel sobre hojuelas, porque, al considerar tener en casa un jardín vertical implica asumir los requerimientos y problemáticas de las plantas como tales. A considerar: darles la cantidad de agua suficiente, construir el jardín en un lugar donde tenga una cantidad de luz adecuada, considerar el tipo de planta adecuada para la época o estación, abonarlo cada cierta cantidad de tiempo y un factor importante, los insectos que atraerá (vida atrae vida).
La cuestión final no está en sopesar si seremos capaces de mantener este tipo de jardín, la cuestión está en si seríamos capaces de convivir en un entorno de simbiosis.
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